Preguntamos a… Lierni Irizar

Jul 4, 2024

El malestar en la cultura contemporánea

Los malestares contemporáneos abarcan una gran diversidad de cuestiones que ni puedo ni deseo abarcar. Lo que desde hace tiempo me preocupa, me ocupa y motivó mis primeros escritos, fue el malestar que encontré en muchas personas involucradas en el ámbito de la atención médica, psicológica y social, incluido el mío propio. Es un amplio campo del que he formado parte desde muy diversos lugares, y en el que percibía una desorientación y un sufrimiento de más, tanto en pacientes o usuarios como en los profesionales. Un malestar que, desde mi contacto con el psicoanálisis, primero como analizante y posteriormente también como practicante, lo ubicaba totalmente ligado a la devaluación de la palabra en todos los ámbitos humanos.

Mi elección por la escritura, sintomática y pareja a mi recorrido analítico, impulsó mi deseo por explorar una posible conversación con otros saberes y por transmitir de un modo accesible las malas buenas noticias del psicoanálisis.

Mis libros están marcados por este impulso que, recorriendo la literatura, el cine, la filosofía y el psicoanálisis, trata de pensar y decir un malestar que no es ajeno a la banalización contemporánea del lenguaje.

Este trayecto me va llevando, en mis últimos textos y también en consonancia con mi recorrido analítico, hacia lo singular, hacia ese enigma, en parte indescifrable, de cada ser hablante. Mi amor por la palabra me impulsa a tratar de hacerla vibrar, en un afán quizá inútil pero inevitable de resistir el desierto que avanza sobre los dichos y el decir. En ese camino, me aproximo a la poesía con una sed insaciable. El fragmento, lo singular, lo deshilado pero vivo, empuja para contrarrestar con fuerza la ruina cuando el malestar se generaliza y los ideales ya no son un recurso.

No sé hasta qué punto mi perspectiva conecta con quienes me leen, pero comparto este camino con la esperanza de contribuir a cierta resistencia que pueda frenar lo que la poeta Alejandra Pizarnik detectó con lucidez en Nueva York en el año 1969: “… allí el poema debe pedir perdón por su existencia. El poema, el amor … todo lo que sea belleza sin finalidad y sin provecho visibles”.

Escribo convencida de la importancia de esa inutilidad que puede contrarrestar, de algún modo, el malestar contemporáneo. Tarea quizá vana pero que, a pesar de todo, me empeño en sostener.

 

Artículo publicado en Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. Enlace